La realidad en Ciudad Juárez supera cualquier ficción. Pero la abogada Luz Estela Castro, representante de la organización Justicia para Nuestras Hijas, ha optado por alimentar el mito en vez de buscar la verdad. Ha declarado, en España, que las mujeres en la frontera con El Paso, Texas, “son secuestradas a plena luz del día, violadas y torturadas, y sus cadáveres son arrojados al desierto”. Habla, sin pruebas, de filmes snuff y de ritos de iniciación de las mafias.
La abogada Luz Estela Castro no resistió la tentación de mentir cuando un reportero de un periódico de Catalunya le preguntó qué pasaba en Ciudad Juárez, refiriéndose al tema de los homicidios de mujeres.
“(…) En Ciudad Juárez las víctimas son muy parecidas: jóvenes de entre 16 a 25 años, bonitas, estudiantes o trabajadoras de maquila. Son secuestradas a plena luz del día, violadas y torturadas, y sus cadáveres son arrojados al desierto”, le dijo.
En otra parte de la entrevista, le preguntan si se sabe quién las mata. Y ella responde alimentando mitos que de sobra sabe, ocurren sólo en la mente de quienes han lucrado con el tema:
“Hay un gran abanico de posibilidades que se manejan como posibles causantes. Se habla de cine snuff, que se distribuye en el mercado negro. Otra hipótesis es que se trata de víctimas de los ritos de iniciación al crimen de las mafias”.
Ella fue una invitada oficial en Lleida, junto con Raül Rovera i Rueda, el vicepresidente de la Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de Género del Parlamento Europeo, uno de los legisladores extranjeros que más se ha comprometido con el tema.
Castro fue en su condición de asesora legal de la asociación ‘Justicia para Nuestras Hijas’, y como tal debió mesurarse en sus declaraciones. La falsedad de lo que dijo puede tener impactos negativos en futuras intervenciones que sobre el tema vea la Unión Europea.
En octubre pasado, Rovera dio lectura al informe que los europarlamentarios elaboraron sobre los homicidios de mujeres en México y Centroamérica, un documento que pretende influir para que la Unión se comprometa más en la supervisión de programas diseñados para disminuir la violencia de género en la zona.
El Parlamento Europeo ha decidido que el caso de los asesinatos y la impunidad que prevalece en una mayoría, son motivo suficiente para que los países miembros revisen lo que han hecho para erradicar el fenómeno, sobre todo porque sus empresas mantienen inversiones en la región.
El balance de lo realizado hasta hoy será evaluado en mayo próximo, durante la Cumbre Eurolatinoamericana, a celebrarse en Lima, y allí habrán de definirse estrategias para el futuro, basándose en gran medida en testimonios que han venido escuchando durante meses.
Castro no ha sido la única en rendir falsos testimonios sobre el fenómeno de violencia que existe en la ciudad. Con ella, o mejor dicho, igual que ella, periodistas como Diana Washington o Sergio González, han tejido historias increíbles para referirse a un fenómeno que están lejos de comprender.
Activistas de aquí o de otras partes del país, que se auto promueven como expertas de lo que pasa en Juárez, también han esparcido en foros internacionales declaraciones que guardan un divorcio con la realidad.
Es fácil y mucho más redituable en términos de mercadotecnia referirse a una serie de asesinatos ordenados por capos de la droga o magnates sin escrúpulos que dominan al sistema judicial, que adentrarse en los torbellinos de una sociedad sumamente compleja.
Para hacerlo, debe tenerse una noción de la historia local, y revisar cada uno de los episodios que abrieron nuevas escaladas de violencia. No es sólo un sistema de gobierno resquebrajado ni un solo ente criminal el que se manifiesta. Pero desde luego, eso no guarda atractivos como la distorsión.
Es mentira que haya un mismo perfil en las 500 mujeres asesinadas que contabiliza Castro en su entrevista del domingo con el diario La Mañana, y menos probable la producción de cine snuff (algo que, dicho sea de paso, jamás se ha comprobado en país alguno) o que un puñado de narcos se hayan propuesto secuestrarlas para luego quitarles la vida al término de sus orgías.
Ojalá parlamentarios como Rovera no cedan a cuentos tan fantásticos como seductores y operen con la seriedad que reclama un fenómeno global. (Publicada el 23 enero 2008)