Óscar Flores Sánchez (1907-1986) apadrinó a toda una generación de políticos que ha logrado preservar el poder político en Chihuahua. Con la recuperación y ascenso de esta élite, es necesario revisar la historia para comprender los mecanismos de reclutamiento y desarrollo de un grupo capaz de permanecer largos años en un bajo perfil preparando su regreso a Palacio de Gobierno.
 
Subsecretario de Ganadería de 1946 a 1952 (en el primero de los dos sexenios en que Antonio J. Bermúdez fue director general de Pemex y Antonio Ortiz Mena secretario de Hacienda), Senador de la República (1952-1958), Flores Sánchez fue gobernador de Chihuahua de 1968 a 1974, época en la que inició el afianzamiento de su grupo político.

Es evidente que Miguel Alemán Valdés fue generoso con los políticos chihuahuenses durante su mandato como presidente de la República. Además de Bermúdez y Ortiz Mena en un cago de primer nivel en su gobierno, Teófilo Borunda despachó cuatro años como secretario general del Comité Ejecutivo Nacional del PRI a partir de 1946.

En 1976, el presidente Luis Echeverría designó a Flores Sánchez procurador General de la República, cargo que desempeñó por todo el sexenio, como se acostumbraba entonces. Eran días de cumbre para la proyección de los chihuahuenses.

Quizá el mayor reclutamiento político de Flores Sánchez haya sido el de Fernando Baeza Meléndez, entonces un joven de 26 años. En 1968 Baeza Meléndez fue designado secretario de la Junta Municipal de Agua y Saneamiento de Ciudad Delicias, donde nació en 1942.

La carrera del deliciense fue desde entonces cobijada por Flores Sánchez. En 1971 se convirtió en el poderoso secretario particular del gobernador de Chihuahua, quien lo impulsaría en 1974 para ocupar la Presidencia Municipal de Delicias.

Pero Baeza Meléndez no terminó su encargo como alcalde. En 1976 Flores Sánchez lo llamó a ocupar un alto cargo en las ligas mayores de la política nacional: Oficial Mayor de la Procuraduría General de la República, tarea en la que se ocupó durante el sexenio de Luis Echeverría Álvarez.

El deliciense comenzó a tejer sus propias redes y a construir un equipo propio. Cuando inició el sexenio de Miguel de la Madrid, en 1982, ya era amigo del secretario de Gobernación, Manuel Bartlett Díaz, y el nuevo titular de la PGR, Sergio García Ramírez, lo designó primer subprocurador General de la República.

Baeza Meléndez tenía el aval del General Juan Arévalo Gardoqui, secretario de la Defensa Nacional durante el gobierno de Miguel de la Madrid. Arévalo Gardoqui había ocupado la comandancia de la Quinta Zona Militar en Chihuahua y estaba de acuerdo en la futura postulación del deliciense como candidato a gobernador, según distintos testimonios.

Y si Baeza Meléndez representó la mayor promoción realizada por Óscar Flores Sánchez, en el plano estatal, el profesor Mario Tarango Ramírez puede significar el principal reclutamiento del propio Baeza Meléndez durante su época en la PGR y después por el respaldo que le proporcionó desde el Gobierno del Estado.

Aunque Tarango Ramírez no corrió con la suficiente buena estrella que su padrino político. En 1983, el profesor solicitó licencia a su cargo como delegado administrativo Regional de la PGR en la Zona Norte. Fue designado candidato a presidente municipal de Delicias sin reunir el consenso necesario, ocasionando una grave escisión interna. El sector popular priista apoyaba públicamente a Carlos Gallegos Pérez y la asociación de pequeños propietarios a Rogelio Torres Abasta.

El PAN ganó la presidencia municipal con Horacio González de las Casas. Y la historia se repitió en los principales municipios, incluyendo Juárez, Chihuahua, Camargo, donde el Partido Revolucionario Institucional perdió la elección de alcalde.

Esas derrotas causaron alarma en la Secretaría de Gobernación de Manuel Bartlett, quien se encargó de operar la elección de gobernador en 1986 para evitar el avance del Partido Acción Nacional. El 19 de septiembre de 1985, mientras un terremoto devastaba la Ciudad de México, en Chihuahua temblaba políticamente y Óscar Ornelas fue obligado a dejar la gubernatura.

Como plataforma, ese mismo año Baeza Meléndez fue promovido a diputado federal por el Sexto Distrito, entonces con cabecera en Camargo. Ocupó la curul sólo unos meses, pues en diciembre de 1985 fue “destapado” como candidato a gobernador.

Aurora y ocaso

Las irregularidades detectadas en el proceso electoral de 1986 se han documentado lo suficiente: el PAN y su candidato Francisco Barrio sostuvieron que hubo fraude electoral y años más tarde la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos dictaminó en el mismo sentido y solicitó al Estado mexicano reformas en materia electoral.

Mario Tarango Ramírez había participado en la coordinación de la campaña de Baeza Meléndez, quien ya en la gubernatura lo llevó a la dirección de Desarrollo y Vivienda (que en 1988 se convirtió en el Instituto de la Vivienda del Estado).

Tarango Ramírez daba un paso para convertirse en uno de los principales operadores políticos de Baeza Meléndez. En febrero de 1988, Alfredo Rohana Estrada presentó su renuncia como presidente del Comité Directivo Estatal del PRI. Así es que Tarango Ramírez fue designado como relevo, con el objetivo de recuperar las cuatro diputaciones federales que el PAN había ganado en 1985.

En ese año, 1988, la maestra Elba Esther Gordillo era delegada del Comité Ejecutivo Nacional del PRI en Chihuahua (también era diputada federal, para variar). El PAN ganó los tres distritos con cabecera en Juárez. Saúl González Herrera y el General Alonso Aguirre Ramos fueron electos senadores, el primero era premiado por su lealtad con el secretario de Gobernación que lo llevó a ser gobernador interino en 1985 y por su resistencia para efectuar una reforma electoral en la entidad.

Eran otros tiempos, muy distintos a los de ahora. El presidente de la Comisión Local Electoral era Miguel Etzel Maldonado, quien después fue Vocal Ejecutivo del Instituto Federal Electoral en Chihuahua. Entonces no existían el Instituto ni el Tribunal Estatal Electoral y el Congreso del Estado calificaba las elecciones en calidad de Colegio Electoral. La organización de las elecciones estaba a cargo del Estado, lo que generaba una desconfianza permanente en los procesos.

En 1989 Tarango Ramírez llegó al Congreso del Estado por la vía plurinominal para ser, como ahora, el coordinador de la mayoría priista. Por supuesto, en aquellos días, él era uno de los políticos más influyentes en la entidad.
 
Baeza Meléndez promovía por su parte la postulación del entonces alcalde juarense Jesús Macías Delgado, a quien había llevado de la Cámara de Comercio a la Recaudación de Rentas del Gobierno del Estado en Ciudad Juárez y de ahí a la Presidencia Municipal.

El gobernador confrontó al senador Artemio Iglesias, quien había construido su propia carrera desde la otrora poderosa Confederación Nacional Campesina (fue secretario nacional adjunto de la Secretaría General en 1972) y desde la delegación estatal de la Secretaría de Agricultura (1974-1975). Su influencia lo llevó a ser dos veces diputado federal (1976-1979 y 1988-1991) y a ocupar la dirección General de Desarrollo Rural del Gobierno del Estado (1982-1986).

Jesús Macías Delgado fue candidato “de unidad”, pero no logró el consenso de todos los grupos priistas. Por el PAN, Francisco Barrio realizada su segunda campaña para gobernador. Macías Delgado perdió la elección de gobernador y como la derrota es huérfana, buena parte de la culpa recayó en la dirigencia estatal encabezada por Mario Tarango Ramírez.

En la ciudad de Chihuahua, el gobernador Baeza Meléndez repetía el esquema de reclutamiento y construcción de la carrera política de Patricio Martínez García, quien había ocupado la presidencia local de la Cámara Nacional de Comercio entre enero de 1989 y enero de 1991. En mayo del mismo año Martínez García fue designado director general de Administración del Gobierno del Estado.

A petición del gobernador del Estado, Tarango Ramírez comenzó a impulsar una eventual postulación de Martínez García a la Presidencia Municipal de Chihuahua. “Lo que queremos es una fórmula de ganadores”, decía el dirigente estatal del PRI. Martínez García aceptó entonces la invitación de Baeza Meléndez de buscar la alcaldía en 1992.

La historia está llena de paradojas. En agosto de 1992 Tarango Ramírez presentó su renuncia como dirigente estatal priista. Parecía que había concluido la carrera política de una de las principales cabezas del baecismo. Y emergía entonces la de Patricio Martínez García, quien desde la Presidencia Municipal de Chihuahua comenzó a proyectarse como futuro candidato a gobernador.

En agosto de 1992, Manuel Russek Valles relevó como presidente interino a Mario Tarango. En febrero de 1993, los integrantes del Consejo Estatal del PRI eligieron al senador Artemio Iglesias Miramontes como presidente del Comité Directivo Estatal. De nueva cuenta Iglesias Miramontes se montaba así en la carrera por la gubernatura y se hablaba prácticamente de la extinción del baecismo.

Con una disciplina asombrosa, Tarango Ramírez bajó el perfil de su participación pública en la política. En su calidad de consejero estatal como ex presidente estatal priista, mantuvo una participación realmente discreta.

En mayo de 1994 –en medio de los barruntos de violencia que había en el país, con el asesinato de Luis Donaldo Colosio y la aparición del EZLN en Chiapas–, Fernando Baeza no tenía la gracia de Los Pinos ni de la dirigencia nacional del PRI, que obstaculizaron su postulación natural como candidato a senador. Se había convertido en un crítico de las decisiones antidemocráticas priistas y exigía la apertura de los procesos internos.

Mario Tarango fue uno de los políticos que acompañó al ex gobernador a presentar su registro como precandidato ante el coordinador regional del CEN del PRI en Chihuahua, Manuel Ramos Gurrión. También asistieron los entonces diputados locales Graciela Ortiz y Héctor Baeza, además de Víctor Mendoza y Víctor Valencia de los Santos.

La postulación recayó en Martha Lara Sarquis, secretaria de Gobierno durante la gestión de Baeza, y en Héctor Murguía Lardizábal, ex presidente de Canacintra en Juárez y ex vicepresidente nacional del mismo organismo.

Navegar contracorriente

Excepto Patricio Martínez, algunos de los políticos de la élite actual que iniciaron su carrera con Baeza Meléndez navegaron contracorriente a partir de la derrota electoral de 1992.

Entre ellos puede incluirse a José Reyes Baeza Terrazas, sobrino de Fernando Baeza Meléndez. También deliciense como su tío, Reyes Baeza fue subjefe de Trabajo y Previsión Social en Chihuahua, antes de ser incorporado en 1986 a la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología del Gobierno del Estado, de la que fue titular.

Una vez concluido el sexenio, con Artemio Iglesias en la dirigencia estatal y pocos espacios públicos en el grupo, Baeza Terrazas enfrentó muchas dificultades para abrirse camino en su carrera política.

Igual que Mario Tarango, en 1994 buscó ser candidato a diputado federal por el Sexto Distrito, pero debió ceder ante la postulación oficial de Óscar Villalobos Chávez.
Después, en 1995, buscó por primera vez ser candidato a presidente municipal de Chihuahua, pero se quedó en el camino para dejar el paso libre a Gustavo Ramos Becerra. Ese mismo año intentó ser candidato a diputado local por un distrito de la capital del Estado, pero el grupo que dominaba la dirigencia estatal priista le obstaculizó la postulación.

En administración de Ramos Becerra, aceptó ser gerente del Consejo de Urbanización Municipal, un organismo encargado de pavimentar calles interiores en colonias de la ciudad de Chihuahua.

En 1997 se registró como precandidato a presidente del Comité Municipal del PRI en Chihuahua. Pero el Consejo Político eligió a Manuel Russek Valles, y Baeza Terrazas ocupó la Secretaría Técnica del Consejo Político.

Dos meses más tarde, impulsado incluso por el alcalde Ramos Becerra, pretendió ser candidato a diputado federal por cualquiera de los dos distritos con cabecera en la ciudad de Chihuahua. Y otra vez fue apaciguado por la dirigencia estatal, que optó por Patricio Martínez en el Distrito 06 y por Pedro Domínguez en el 08.

En el mismo 1997, Baeza Terrazas fue candidato a diputado por la vía plurinominal. Sólo que fue registrado en el número 34 de la lista de la Segunda Circunscripción, sin ninguna posibilidad de llegar al Palacio Legislativo de San Lázaro.

En las cinco veces que buscó sin éxito ser postulado a un cargo de elección y partidista –dos a diputado federal, a diputado local, a presidente municipal y a dirigente priista–, simpatizantes suyos impugnaron los procedimientos de elección interna, sobre todo porque no se tomó en cuenta a los seccionales que representaban. De nada sirvieron las protestas.

La suerte le sonrío de nuevo en 1998. En los primeros días de febrero de ese año, dejó la gerencia del Consejo de Urbanización Municipal para incorporarse a la campaña de Patricio Martínez a la gubernatura, como coordinador de Agenda primero y de Apoyo de Campaña después.

El domingo 9 de mayo de ese año, Baeza Terrazas se convirtió al fin en candidato a presidente municipal de Chihuahua, al derrotar en una elección abierta, con el 37 por ciento de los votos, a Pedro Domínguez Alarcón, a Manuel Russek y a Santiago de la Peña.

Baeza Terrazas ganó la elección de alcalde de la ciudad de Chihuahua y así comenzó la proyección a su futura candidatura a gobernador. Su hermano Héctor sería electo presidente municipal de Delicias tres años después, en 2001.

Ruptura y retorno

Aparentemente, la amistad entre Patricio Martínez y Fernando Baeza sufrió una ruptura desde que el primero tomó posesión como gobernador. No pudieron ponerse de acuerdo a lo largo del sexenio: Cuando Baeza coordinó la precampaña presidencial de Roberto Madrazo Pintado, Martínez García apostó por Francisco Labastida.

Baeza Meléndez logró ganar para el ex gobernador de Tabasco el Distrito 05, ahora con cabecera en Ciudad Delicias. En respuesta el gobernador bloqueó su postulación como candidato a senador en la primera fórmula en 2000: “No cargaré con el muerto”, declaró el ex gobernador, cuando supo que lo querían postular en segundo lugar, para colocar antes que él a Doroteo Zapata.

Esa confrontación explica el autoexilio de Baeza Meléndez en Costa Rica, a donde prefirió irse para administrar los ranchos de la familia Hank González.

En la elección de presidente del CEN del PRI, Martínez García se la jugó de nuevo con el grupo de Labastida: apoyó a Beatriz Paredes y de nuevo le negó su apoyo a Roberto Madrazo.

La disputa afectó además a Reyes Baeza. Al concluir su periodo como presidente municipal de Chihuahua en 2001, su futuro político era incierto. Él buscó la Secretaría de Gobierno, pero Patricio Martínez lo envió a un cargo administrativo menor y sin proyección pública: la dirección de Pensiones Civiles, como una forma de apaciguar sus aspiraciones mayores.

No obstante, cobijado por el madracismo, gracias a la amistad de su tío Fernando con el dirigente nacional del PRI, en 2003 Baeza Terrazas fue colocado en el primer lugar de la lista de candidatos plurinominales por le Segunda Circunscripción. Su plataforma como aspirante a la gubernatura estaba lista.

Esto es apenas un esbozo de la historia. Ahora, Reyes Baeza y Mario Tarango se encuentran en un nuevo amanecer de su carrera política. El gobernador y el líder de la mayoría priista del Congreso del Estado encabezan hoy una nueva élite de poder en Chihuahua.

almargen.com.mx

Por admin

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *