… en el mundo al revés la ecuación se ha invertido, y con agravantes. Para los jefes supremos del ejército de Estados Unidos tener sexo es malo, hacer la guerra es bueno y torturar es mucho mejor.
¿Conocen esa canción infantil que dice: Érase una vez / Una bruja buena / A la que maltrataba / Una princesa mala. / Y había también / Un conejo feroz / Un ogro bueno Y un pirata hermoso. / Todas esas cosas / Había una vez / Cuando yo soñaba / Un mundo al revés?
¿Y recuerdan al movimiento hippie de los años 60, con el Flower Power, el ácido lisérgico y las canciones de Joan Báez? ¿Y de los pacifistas que, en plena guerra de Vietnam, recomendaban “haga el amor y no la guerra”?
Bueno, en el mundo al revés la ecuación se ha invertido, y con agravantes. Para los jefes supremos del ejército de Estados Unidos tener sexo es malo, hacer la guerra es bueno y torturar es mucho mejor.
El general de cuatro estrellas Kevin Byrnes, jefe del Comando Entrenamiento y Doctrina del Ejército, con sede en Fort Monroe (Virginia), fue relevado de su cargo el 9 de agosto por “conducta personal inapropiada”. No se trata de un episodio de acoso sexual a personal femenino. El militar tampoco toqueteaba a fornidos reclutas, ni era pedófilo. Byrnes fue acusado de tener una relación extraconyugal con una señorita civil.
En realidad, el comandante estaba separado de su esposa desde mayo de 2004 y, por esas paradojas de la vida, el día que lo destituyeron le llegó la confirmación judicial de su divorcio.
De 55 años y originario de Nueva York, Byrnes era el responsable del reclutamiento y entrenamiento de los futuros soldados, además de formar líderes. De él también dependían las 33 escuelas militares de Estados Unidos. Ocupaba el puesto desde noviembre de 2002 y su hoja de servicios se consideraba impecable.
Byrnes pertenecía al arma de artillería, tenía 36 años de servicio y era el tercer general más antiguo de los once con cuatro estrellas, el más alto rango en las fuerzas armadas estadounidenses. Veterano de Vietnam, dirigió en 1988 todos los vehículos blindados de las fuerzas multinacionales en Bosnia y después fue subjefe Adjunto del Estado Mayor de Ejército, con sede en Washington.
El adulterio está prohibido por la ley militar, pero en este caso no fue comprobado. Además, no hay antecedentes en la historia reciente de que un general de cuatro estrellas fuera relevado de su cargo. El abogado de Byrnes, teniente coronel Dave Robertson, declaró que una pena más adecuada hubiera sido un retiro anticipado o una carta de reprimenda. Sobre todo porque su defendido se iba a jubilar en noviembre, es decir que sólo le faltaban tres meses para irse a su casa y dedicarse a cortar el césped.
La dureza de la sanción contrasta con la tolerancia hacia los jefes responsables de torturas en las cárceles de Abu Ghraib y Guantánamo. A pesar de las pruebas, fotos y testimonios, el Pentágono se ha negado a sancionar a los oficiales acusados. Peor aún: el teniente general Ricardo Sánchez, la más autoridad militar en Irak durante el escándalo de abusos contra prisioneros, está siendo considerado para ser ascendido… a general de cuatro estrellas.
Sánchez fue designado comandante supremo en Irak en junio de 2003, dos meses después de la caída de Bagdad. Según The Washington Post y la Cruz Roja Internacional, tuvo conocimiento de los métodos inhumanos de interrogatorio contra prisioneros árabes. En una entrevista con la BBC, la general de brigada Janis Karpinski, ex responsable de las unidades de policía militar Estados Unidos en las cárceles iraquíes, sugirió que Sánchez estaba perfectamente informado sobre los abusos. Un oficial mencionado en el artículo del Washington Post afirmó que el teniente general estuvo presente en Abu Ghraib y observó los maltratos.
Byrnes, desde luego, no era un apóstol de la paz. Su trabajo consistía en formar soldados dispuestos a derrotar por cualquier medio al enemigo. La columnista independiente Arianna Huffington escribió con ironía: “Hay algo que no cuadra. ¿Eliminaría el ejército de sus filas a un general de cuatro estrellas con 36 años de servicio, a tres meses de su retiro, porque tiene una relación amorosa con alguien que no es su esposa… en plena guerra? Digo, estamos en guerra, ¿no?”. El título de su artículo fue “La tortura es buena, el sexo es malo”.
La periodista, que hasta hace nueve años pertenecía al Partido Republicano y ahora se describe como una “demócrata progresista”, se pregunta si le habrán enseñado al secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, fotos de Byrnes en “flagrante delito”. El jefe del Pentágono declaró en el Congreso que le llevó meses conocer de los informes de abuso en Abu Ghraib porque, aunque le habían alertado que soldados norteamericanos estaban humillando y torturando a prisioneros iraquíes, “son las fotografías lo que le dan a uno la vívida comprensión de lo que sucedió en realidad”, las palabras no lo hacen”.
En fin, aquí va el epílogo para el general de cuatro estrellas Kevin Byrnes: Érase una vez / Un lobito bueno / Al que maltrataban / Todos los corderos. / Y había también / Un príncipe malo / Una bruja hermosa /Un pirata honrado. / Todas esas cosas / Había una vez / Cuando yo soñaba / Un mundo al revés.