Hace medio año, los internos de la cárcel local amenazaron con amotinarse, después de que la entrada de sus familias fue prohibida por un director recién estrenado que con ello pretendió limpiarlos de drogas y alcohol. El día de la virgen de Guadalupe, Juan Fernández Ordóñez, evangelista desde hace una década, sufrió las consecuencias: una riña interna dejó como saldo los cadáveres de seis prisioneros, miembros de una de las dos pandillas que, dice, controlan el negocio. Apenas hoy, parte de los custodios a quien él mismo acusa de corruptos, comenzaron una protesta que busca su destitución.
Juan Fernández Ordóñez se ha puesto de pie y antes de dar por concluida la entrevista, formula la pregunta que parece haber contenido hasta ese momento final: ¿Quieren recibir a Dios?
“Acérquense, no tengan miedo”, dice después, al tiempo que abre los brazos junto con su subalterno, quien lo ha consentido en todo momento. “Ahora cierren los ojos y repitan conmigo: “Padre nuestro…”
No es una broma. El director del Cereso de Ciudad Juárez, en verdad cree que el mundo ha sido tentado por el mal y que los criminales que tiene allí dentro, fueron cuerpos en algún momento poseídos para luego delinquir.
“Yo considero que el delito es una conducta típica, antijurídica, culpable, sancionada por las leyes penales, pero influenciada por espíritus de homicidio (se ríen mis colegas, verdad), espíritus de violación, espíritus de robo”.
Fernández Ordóñez, un abogado que en el pasado ocupó una magistratura, asesoró jurídicamente dentro de la Secretaría de Gobernación y ha sido juez y agente del Ministerio Público, es un convencido de la palabra de Dios.
Hace siete meses fue llamado por el alcalde Héctor Murguía para administrar un penal sobresaturado, con tres mil reos más de lo permisible, y en su primera cruzada decidió estrangular el flujo de droga y alcohol mediante la suspensión de visitas familiares.
Fue el génesis de un violento exabrupto, el sábado 12 de diciembre, que dejó un saldo de seis muertos, todos miembros de una de dos pandillas que, dice él mismo, son manipuladas por narcotraficantes para mantener el negocio.
El desafío es enorme: no sólo tiene dos pandillas que concentran a más de dos mil reos, sino, dice él mismo, un cuerpo de custodios corruptos, un nutrido grupo de narcos de mediana estampa que no encuentra dónde acomodar y una ausencia de fervor. Es un predicador en su pandemonium.
Sin embargo, Ordóñez no ceja en sus ánimos de conversión. Esa misma tarde ha conversado con los líderes de los Mexicles, la pandilla que perdió a seis de sus miembros en un enfrentamiento con los Aztecas, y les ha dicho que reciban a Dios.
“Están dolidos”, dice, y no le queda otra idea mejor que hablarles divinidades.
Hace 10 años se convirtió al cristianismo, cuando volvió a la ciudad después de 33 años, y encontró que ya no era la misma: ahora estaba llena de putas y alcohol, echada totalmente al juego de los pecados.
Pero, además del vacío moral, la ciudad vive las consecuencias de otra perversión, la del sistema: las casas del Infonavit, el salario mínimo, el contexto miserable a que se confina al individuo, ha dado como resultado el molde de violencia que se concentra dentro del penal que hoy dirige.
“Las condiciones en que se encuentra el penal, de sobrehacinamiento, en donde un gran número duerme en los pasillos, no tienen cama… Si las casas del Infonavit son anticonstitucionales para mí, las celdas propician la violencia”, dice. “Y así mismo hay una serie de situaciones, aunado a la intervención del narco, con las bandas, que mantienen esta realidad”.
El penal es entonces un enorme crisol, difícil de administrar y con notables contradicciones que le resultan inexplicables.
“El problema con las bandas, o con las pandillas, como son los mexicles y los aztecas, tienen su origen en los Estados Unidos. Esas bandas han nacido en las grandes ciudades de los Estados Unidos contra la cuestión racial, contra negros o para defenderse de los negros, de los chinos, de los amarillos, de los rojos, de los blancos, ellos dicen que por discriminaciones y otras razones. Pero resulta extraordinario del fenómeno el cómo estas bandas que nacen en Estados Unidos, aquí en México se odian entre sí. Esto quiere decir que el mal o el crimen organizado los echa a pelear para manipularlos y utilizarlos en el narcomenudeo y en el narcomayoreo, y que son manipulados desde el exterior de este penal, para que sea, como era antes, un supermercado de drogas”.
Ordóñez dice que no pretende desafiar al narco, porque si la DEA, la CIA o el ejército mexicano no lo hacen, menos lo hará él. Pero le resulta difícil contenerse:
“Aquí todo mundo venía a comprar y a vender drogas. De antaño es conocido que en este escritorio despachaban algunos personajes del narcotráfico. Eso todo Juárez y todo Chihuahua lo conoce. Y que se vendía y que se les pagaba una cuota a todos los custodios y a todos los internos. Es decir, la derrama económica, como en todas las ciudades, no es ajeno al penal, que es el extracto de la sociedad, es el despojo, es el extracto del delito, entonces se trató de poner un remedio a esta situación.
“Se implementó, por orden del presidente municipal, un programa de ‘Cereso limpio’. Nos atrevimos a enfrentar al narcotráfico para que no entrara la droga. Porque de ese programa resultaron más de mil 300 adictos, que ahora, en lugar de ser el picadero más grande de Ciudad Juárez, pretendemos que sea el centro de rehabilitación más grande de la ciudad”.
-Ya que toca a los personajes del pasado, el Cereso tiene unos seis años sin una figura criminal dominante. Qué pasa cuando está ausente una figura dominante, a quien celadores y directores de este penal le hablaban de usted, y se vivía una disciplina fundada en el temor. Ya dijo que el penal es un reflejo de la ciudad, y me parece que con este tipo de ausencias se atomizó el poder y es entonces que emergen estas pandillas, ya en una condición relajada, en la que se hablan de tú a tú con los custodios, como iguales. ¿Cuál es el saldo de esos vacíos y esta nueva realidad?
-Yo creo que es una lucha de poderes, es una lucha de poder. El crimen organizado estaba organizado, tenía recursos y tienen recursos, y grandes personajes encubiertos fuera del penal, en diversos sectores de la sociedad, que a veces aparecen como los más honorables y son los grandes señores de la droga, son los que manipulan a gente infiltrada en la policía, gente infiltrada en los penales, gente infiltrada en todas las instituciones.
“Efectivamente: cuando hay un líder que se traslada, después de luchar contra el Juzgado de Distrito -porque los ampara-, después de luchar contra todo tipo de infiltraciones, chismes y rumores, después de su traslado ya tiene un sustituto, porque están organizados, porque tienen dinero, porque si le calculamos la derrama tan tremenda que deja una onza de cocaína o de heroína, pues es un problema tremendo.
“Pero bueno, yo no quiero enfrentar al narcotráfico, porque es un problema peligroso. Si la DEA no ha podido, ni la CIA ni el ejército han podido, pues menos yo. Yo por eso siempre le he apostado a Dios, aunque se rían de mí, porque el que mueve las estrellas y la luna e hizo el universo, pues creo que es al único al que le puedo pedir.
-Ha dicho que el penal no lo debe administrar el municipio, pero el reclamo para que la federación o el estado asuman la administración del penal no es nueva. Entonces, dónde se encuentra el punto de quiebra, porqué se ha fallado hasta hoy si las pretensiones son vehementes.
-Bueno es que yo creo que en una controversia de carácter constitucional el municipio saldría triunfante, porque no es responsabilidad del municipio, de ninguna manera…
-Es el punto: entonces, ¿porqué no lo hacen?
-Eso no está dentro de mis alcances. Brincándome un poquito aquí estoy haciéndole una carta al presidente Fox, y si el presidente municipal me autoriza, bueno, pues yo no soy la instancia correspondiente para interponer una controversia de carácter constitucional para que el gobierno federal asuma la responsabilidad que le corresponda, por lo menos de sus presos federales. Simplemente, en cuestión de presupuesto, con 22 pesos no comen, mucho menos pueden recibir programas de desintoxicación, de rehabilitación y de educación, mucho menos de trabajo.
-Esta crisis de infraestructura penitenciaria es una realidad extendida en el país…
-Pero es que ahí hay más de fondo y yo lo he gritado: la prevención del delito –Yo me he atrevido a algo: la mejor palabra para prevenir y combatir el delito, es la palabra de sabiduría, es la palabra de Dios-.
“Yo soy abogado, he sido juez, he sido magistrado, he sido director de Averiguaciones Previas, he sido director de Gobernación, he sido asesor de la Secretaría de Gobernación, sé lo que estoy diciendo; entonces, lo que se requiere es estudiar el origen del delito, que también es espiritual. Y los criminólogos, sociólogos, etcétera, los científicos, no se han atrevido a entrar a ese campo. Hay un gran problema y una gran crisis moral y religiosa en México.
-Juárez es una ciudad obrera, con un subdesarrollo notable, una ciudad difícil para vivir, es mucho más complejo que eso.
-Ciudad Juárez se convirtió en lo que es Ciudad Nezahualcóyotl, una de las grandes ciudades obreras. Es que el salario mínimo es una ridiculez, el Infonavit es una ridiculez, eso propicia violencia, propicia el pandillerismo, en muchos problemas que hay qué tratar, y aquí es el extracto de la sociedad.
-Cómo hace un director de un penal como usted…
-Hago lo que puedo…
-Cómo hace para, con una población de más del triple de lo que es permisible, con fuerzas criminales desatadas, cómo está haciendo para controlar este caballo: cuándo jala la rienda al lado izquierdo, cuándo al derecho, cómo lo frena. Porque esto no se puede conducir con una mano dura solamente.
-No, pues es una cosa tremenda. Mire, si me traen a un general o a un guarura, pues se dedican a golpear gente. Y eso es lo que ha pasado siempre: los penales los tienen como calabozos. Pero pregunte a los presos: ellos me estiman porque les hablo del evangelio, pues ¿de qué más les hablo? Les hablo de la ley, de la constitución.
“Ahorita acabo de hablar con Los mexicles, con los líderes, están dolidos. Y les digo: entiendan cuál es el origen de su problemática, los echan a pelear por causas del mal; están pobres, no tienen recursos para nada, pues asaltan a quien entra, a quienes les traen un dinerito o mercancía.
“Necesito ponerles fuentes de trabajo, pero nadie me ayuda para ponerles fuentes de trabajo. Entonces, imagínese el problema. Estoy haciendo uso de toda mi capacidad, imaginación y lo que se puede, con el equipo que tengo, y trato de hacer lo que puedo”.
-Qué pasa con su personal. Si hay que evaluar, cómo lo evalúa.
-Yo cambiaría a todos los custodios.
-¿Por?
-¿Por? Pues porque están viciados desde hace 25 años muchos de ellos. Pero, ahora le diría yo, ¿a quién contratamos? Ahí me he atrevido a contratar a cristianos, a 25 cristianos, me los han criticado en todos lados. Digo, si cristiano es una persona que no fuma, que no toma, que no dice malas palabras, que tiene mejores actitudes, que lee la Biblia, que tiene una familia que tiene testimonio, bueno, pues le doy chamba. Pero a esos 25 me los aburren porque no toman, no fuman, porque no entran al rol cultural del mexicano, entonces, me los corren, los cansan, los mandan a las torres, los mandan acá. Entonces porqué, porque se tiene el viejo precepto del carcelero, el guarura golpeador, maligno. Si esta gente que viene presa es producto de la cultura mexicana del desamor y lo que necesitan es amor y comprensión. Cristo transforma a los presos, ¿sí o no?
-Pero aquí la población es mayoritariamente católica…
-Yo no me meto en eso…
-No, permítame. A lo que voy es a lo siguiente: los pandilleros son hasta guadalupanos, es decir, también creen en Dios y en Cristo.
-Yo le voy a responder con una pregunta: ¿De qué religión son los dueños de los puteros del centro, de qué religión son los narcos?
-Dígamelo usted.
-No quiero agredir a nadie, no se trata de eso.
-A lo que voy es a que usted está tocando un filón…
-Usted me tocó.
-A lo que voy es a que gran parte de la población interna tiene el referente divino que usted marca…
-Sí, de Dios, y está bien y que lo haga en su religión está bien…
-Dónde radica entonces, desde su perspectiva, la distorsión entre lo que es el “bien y el mal”, hasta dónde las cuestiones sociales influyen, y ya no las morales.
-Es una cuestión cultural, indefectiblemente, que hay que analizar. Precisamente es lo que digo: que se analice espiritualmente también el origen del delito. Ahora, volviendo a la readaptación social, estamos amontonados, no cabemos, duermen en los pasillos. Ahorita dígame, dónde pongo al Chino: no tengo lugar. Dónde pongo a los personajes más peligrosos: no hay dinero. Siempre con la pichicatería, no hay dinero. Eso sí, cuando hay un problema, responsabilidad para el director, para el subdirector, para los custodios.
“Pero tengo cientos de oficios que he girado, incluido el del presidente de la República, que aquí está, mírelo, lo estoy afinando. Pues, a quién recurro: pues recurro a Dios, al presidente de la República, al gobernador, al presidente municipal, a quien sea.
“Ahora, el problema no es de este penal, el problema es que el sistema penal -yo fui juez muchos años-, el sistema penal fue rebasado. La intimidación penal fue rebasada por la sociedad, porque no le pusieron cuidado los penalistas.
-Aquí vive menos del uno por ciento de la población que delinque. Algo falla afuera más allá de lo religioso, espiritual o moral…
-¡Claro, y yo hago todo lo posible!…
-…Y lo que hay es una estructura de poder infuncional…
-¡Claro!…
-…Hace un par de semanas el Secretario de Seguridad, en su primer informe, dijo que no es capaz de prevenir el delito porqué hay cuestiones de prevención que a él no le competen. Hace una referencia obvia al narcotráfico. Me parece que cuando ya no se sabe quién está al otro lado de la línea y quién no, no puede hablarse sólo de Dios.
-Es una gran descomposición. Mire: el Distrito Federal, Guadalajara, es decir, las grandes ciudades, y las grandes ciudades de Estados Unidos, son problemáticas, ¿porqué?, pues porque ha sido rebasa la ciencia penal, la ciencia social. Hace mucho el maestro (Ignacio) Burguoam –que en paz descanse- y yo platicábamos de esa situación: que la ciencia penal, la ciencia carcelaria, ha sido rebasada.
“Yo conozco ciudades en las que la gente se ha convertido a Cristo, y han cerrado las cantinas y otras instituciones, usted lo sabe: en Guatemala y otros lados, el agua sana, quién sabe cómo, pero el agua es limpia. Nacen manantiales.
-Pero si se hace eso en Juárez, en Neza o en cualquier otra ciudad…
-Es que debemos tener una actitud divina, diferente, más auténtica, menos hipócrita, pues una serie de situaciones que debemos prever y manejar la cultura; simplemente ustedes, como medios de comunicación.
“Yo soy periodista: estoy escribiendo un libro que se llama ‘El espíritu de las leyes mexicanas’. Esto (lo que pasa en el Cereso) me está sirviendo fabulosamente, porque conozco de todo tipo de delitos.
“Yo considero que el delito es una conducta típica, antijurídica, culpable, sancionada por las leyes penales, pero influenciada por espíritus de homicidio (se ríen mis colegas, verdad), espíritus de violación, espíritus de robo, y que todos somos sujetos, en cualquier momento, de que se nos metan un espíritu de esa naturaleza porque no estamos cubiertos espiritualmente, socialmente, no estamos cubiertos para no dejar que se nos impregne esa situación”.
-Y qué pasa cuando son “poseídos” policías, ministerios públicos, jueces, magistrados, porque así está el sistema judicial mexicano.
-Yo he ido a visitar muchos jueces, yo fui juez. Yo visitaba las cárceles preventivas. Entonces, el delito es una cosa interesantísima que le debemos poner mucha atención. El prevenir el delito no es nada más construir escuelas, caminos, y hay que ver qué casas se están construyendo, chiquitas, y luego el salario mínimo. Esto es producto de la explotación del hombre por el hombre. Es una explotación tremenda. Yo creo que los empresarios y toda la gente tenemos que tomar conciencia de lo que está sucediendo.
-Pero eso es ya la condena de las ciudades mexicanas. Hablar de cambios estructurales es tocar un punto casi imposible.
-Es bastante difícil, y pues hay que ver a los personajes que nos van a gobernar, posibles candidatos. Dios los ilumine y los toque, al que quede. Pero no es labor de un gobernante, es de todo el pueblo. Es una cuestión generalizada, en la que debemos intervenir todos en la prevención del delito. Ahora las cárceles están llenas.
-El narcotráfico, medido desde una perspectiva ética, moral, funcional, parece una estructura muy sólida. Me refiero al negocio en sí.
-Pues es fuerte porque tiene dinero, nomás vea las trocotas que traen, las casotas que tienen, las cuentotas que tienen, las armas que tienen.
-Si bien las lealtades son relativas, porqué cree que les son funcionales, al margen del dinero, y porqué acá no. Porqué habiendo esa tendencia hacia el desprecio, la traición, lo perverso, hacia el mal –y aquí toco su tema divino-, porqué ellos sí funcionan.
-Es una cuestión espiritual. Habría que analizarlo, pero lamentablemente ahí tenemos que ver las religiones, y yo no quiero entrar a ese tema. Simplemente lo que puedo decir es que Dios ayuda al que se le acerca.
“Y si yo profetizo sobre usted, profetizo cosas buenas. Y si profetizo sobre el Cereso, bueno, pues empiezo a ser atacado. Profetizar son buenos deseos, no maldigo. ¿Yo qué traje al Cereso?: vine al Cereso a traer algo de bendición, no maldición”.
-Porqué aceptó ser director, sabiendo a lo que venía
-Es una historia larga. Bueno, yo soy un idealista, un abogado, ahora un cristiano que amo a México, que amo a Ciudad Juárez –yo estuve mucho tiempo en el sur y cuando regreso veo otro Juárez, veo un Juárez de trabajadores, de obreros, antes era otro Juárez, y mi mamá misma me decía. Empecé a tener una lucha contra los prostíbulos, con los cristianos, o sea sacamos 32 mil firmas en contra de los horarios del alcohol…
-¿Es cristiano de toda la vida?
-No, recientemente, tengo apenas 10 años, desde que regresé a Juárez.
“Entonces me dije: bueno, si Juárez y México no solamente tienen putas y alcohol que ofrecer al mundo. No, Juárez tiene trabajo, tiene riqueza, tiene gente decente; tenemos todo: Juárez es una tierra de oportunidades, de bendición. Nosotros soñamos con vivir en una tierra más sana, no en una tierra llena de violencia. Los juarenses queremos eso. Son unos cuantos malos los que tratan de hacer su agosto. Pero si los juarenses nos unimos y no damos pauta a la mala nota, si nos sumamos a la buena nota o damos pauta a la bendición, Juárez va a ir cambiando.
“Mire usted, yo veo mucha gente orando por el Cereso: hay 400 iglesias evangélicas orando por el Cereso, por los presos, por nosotros, ¡para bendición, no para echar a rodar cabezas! Lógicamente que los que estaban obteniendo un gran ingreso por la droga, pues están enojados, no les conviene”.
-¿Ya lo han llamado?
-¡Uuf, sí!
-¿Sabe quién le llama?
-Pues no.
-Y qué le dicen.
-No, pues se lo dejo a la imaginación, nosotros ya sabemos, ¿verdad?
-La imaginación es febril, mejor dígame.
-Bueno, pues este, eso es lo que pasa. Pero nosotros dijimos desde el primer día que sólo con la ayuda de Dios.
-¿Trae escolta?
-Traigo últimamente, traigo una escolta.