(Publicada el: 20 marzo 2007) Hasta 1980, las palabras “narco” o “cártel” significaban algo demasiado vago. Hoy, sin embargo, forman parte del lenguaje común, y lo mismo en México que en Colombia, Estados Unidos o Argentina, la terminología emerge como signo de los tiempos: es el lenguaje de un fenómeno instalado como cultura en muchas sociedades del hemisferio.
Esta es una provocación que llama al debate sin rodeos. ¿Puede hablarse de que la narcocultura se encamina, como fenómeno social, hacia una legitimización? La  reflexión sobre un tema largamente soslayado por la academia mexicana, encuentra aquí un punto de partida. Esta es, la primera de cinco entregas.

El narcotráfico, de una u otra forma va estableciendo pautas definidas de interacción social entre los diferentes actores; y es a partir de dichas manifestaciones que autores como Valenzuela (2002), Restrepo (2001) y Córdoba (2002) plantean la  existencia de una cultura del narcotráfico o una “narcocultura”. En este sentido, el presente artículo explora las implicaciones prácticas de hablar de una cultura del narcotráfico y propone un ejercicio interpretativo de dicha cultura a través de dos categorías analíticas.

Para cumplir con el  propósito del texto, este es dividido en varios subtemas que aunque evidentemente no agotan el tema, si ubican la reflexión que debe darse desde las ciencias sociales en aras de descifrar las transformaciones sociales y culturales que el narcotráfico ha generado en las sociedades de algunas regiones de Latinoamérica. En el primer apartado se realiza una presentación del fenómeno del narcotráfico entendiéndolo como una red transnacional para la cual las rígidas fronteras nacionales parecen inexistentes. A continuación se da paso a la argumentación que justifica el planteamiento en pro de la existencia de una “narcocultura” y se identifican los aportes de dos teorías relacionadas con la interpretación de las culturas: las representaciones sociales y los frentes culturales. Finalmente, se exploran los mensajes que circulan por los medios de comunicación y que constituyen objetivaciones y anclajes de la “narcocultura”

Como se podrá observar, la estructura del presente documento va hilando algunas de las piezas del rompecabezas que constituye el narcotráfico en el mundo cultural de muchas localidades que  vienen siendo epicentro de este fenómeno. La relevancia social del tema propuesto es indudable; los efectos económicos, políticos y sociales del narcotráfico en la marcha de muchos países  han sido  enormes y difíciles de evaluar con certeza. Por lo tanto, analizar el fenómeno desde una perspectiva que integra elementos  culturales resulta sumamente útil y fundamental para entender su naturaleza y sus complejas relaciones en el entramado social.

El narcotráfico: una red transnacional

Uno de los problemas que surgen al abordar el tema del narcotráfico es el conceptual, ya que existen diferentes perspectivas de análisis. En algunas ocasiones se le señala como una empresa ilegal (Sarmiento y Krauthausen 1991a; Orozco, 1991),  para otros analistas el narcotráfico constituye un conjunto de organizaciones delictivas  transnacionales o una modalidad del crimen organizado internacional (Del Olmo, 1995; Serrano, 1999; Astorga, 2003; Ramos, 1995). También son resaltantes los trabajos que abordan el narcotráfico como una economía ilegal (Kalmanovitz, 1990; Tovar,1995; Montañés,1999; Tokatlian, 2000; Tohumi, 2003).

Por otra parte, se encuentran los autores que han abordado el fenómeno del narcotráfico desde una perspectiva sociocultural, tales como Camacho (1988) quien ubica éste fenómeno como un mecanismo de inclusión social efectivo para grandes sectores;  Salazar (1992) quien caracteriza las denominadas “subculturas del narcotráfico”; Restrepo (2001) quien indica que esta actividad, por empatar como ninguna otra con la lógica capitalista puede ser entendida como “espejo de la cultura”. En esta misma línea, Astorga (1995) identifica el aspecto mítico en la construcción social de la identidad del narcotraficante en México; Cajas (2004) aborda antropológicamente el modo de vida de un grupo de narcotraficantes colombianos, identificando el mundo del narcotráfico como un “escenario de incertidumbre”;  y Valenzuela (2002) plantea la existencia de una “narcocultura” definida por los códigos de conducta, estilos de vida y formas de relación de quienes participan en el “narcomundo”.

Cada una de estas conceptualizaciones constituye un lente diferente y permite identificar matices y tonalidades distintos que resultan pertinentes en el proceso de construcción de conocimiento en torno al complejo fenómeno del narcotráfico.  Así, ya que el nombre y el apellido que le pongamos al narcotráfico definen el objeto de estudio dejando fuera o integrando diversos aspectos; en este trabajo se parte de una conceptualización alejada del énfasis criminológico.  El narcotráfico es aquí entendido como una red transnacional de producción, transporte y comercialización de drogas ilegales ya que se considera que ubicar la reflexión en conceptualizaciones  que enfaticen su carácter ilícito, implica una aceptación de la perspectiva del Estado, y en este sentido, la adopción de los discursos oficiales alrededor de la producción y tráfico de drogas[1].  Así, identificar al narcotráfico desplazando el aspecto evidentemente ilegal que entraña, para enfatizar en el aspecto reticular y transnacional, facilita el  propósito fundamental del presente trabajo que es explorar  -desde la “perspectiva del actor”-  las interconexiones de la red, las particulares prácticas sociales que se sustentan y las significaciones que se construyen en la llamada “narcocultura”.

En este punto, es pertinente detenerse en lo que implica ubicar la reflexión del narcotráfico en términos de una “red trasnacional”.  Es cada vez más común escuchar términos como “crimen global”  “delito  transnacional” o “redes internacionales” para hacer referencia al fenómeno del narcotráfico y en este contexto parece imposible explorar su complejo mundo sin reconocer las conexiones internacionales que resultan indispensables en la red de producción y comercialización de drogas ilegales.  Así, ubicar la reflexión sobre el narcotráfico en el contexto de la globalización, implica el reconocimiento de que la actividad económica de comercializar drogas ilícitas internacionalizó sus redes, en gran parte gracias al incremento en la circulación de  capitales, información y personas a escala mundial.

Sin embargo, para entender porqué en la conceptualización del narcotráfico aquí propuesta, más que entenderlo como un fenómeno global se presenta como una actividad trasnacional, resultan útiles las acotaciones de Giménez (2002, p.26), quien plantea que aunque no existe un consenso en las ciencias sociales sobre el significado y alcance del término “globalización”, el elemento fundamental para definirla está relacionado con los procesos de desterritorialización. Según este autor aunque las diferentes definiciones de la globalización se refieren o toman como sinónimos a procesos como la internacionalización, la liberalización, la universalización o la Occidentalización,  lo verdaderamente distintivo del proceso de globalización radica en la proliferación de relaciones supraterritoriales.

Giménez (1999, p.53) recuerda que la antropología llamada postmoderna, introdujo un discurso sobre la relación territorio- cultura, según el cuál, en la actualidad la cultura es por definición “desterritorializada” debido a los fenómenos de globalización.  Según este planteamiento, el crecimiento exponencial de las migraciones internacionales y la “deslocalización” de las redes modernas de comunicación han eclipsado la relevancia de los territorios interiores sustituyéndolos por redes transnacionales de carácter comercial, social y político. En este sentido, los procesos de globalización crean e intensifican la base económica y tecnológica que hace posible la idea del transnacionalismo, entendiendo así que la noción de transnacionalidad difiere de la noción de globalización. La noción de  transnacionalidad enfatiza en la dinámica mediante la cual la política y la ideología se ven impactadas por los procesos de globalización (Ribeiro, 2000. p. 466).

Por lo tanto, cuando se afirma que el narcotráfico es una red trasnacional se entiende que además de ser una actividad que a semejanza de las grandes corporaciones transnacionales se beneficia de las asimetrías entre las naciones para sacar provecho económico, constituye un escenario en el que las compactas y rígidas fronteras nacionales se diluyen.  Igualmente se entiende que las implicaciones del narcotráfico van mucho más allá de los ámbitos legales, políticos,  económicos y de las relaciones exteriores, implicando también los aspectos ideológicos y culturales.

Los diversos estudios que desde las ciencias sociales han abordado este fenómeno[2], coinciden en que sus actividades no están aisladas del conjunto de las prácticas sociales ya que los narcotraficantes conviven en su entorno exteriorizando algunas “formas de hacer” que empiezan a generar una serie de cambios y transfiguraciones sociales y culturales relacionadas directamente con el establecimiento de nuevas pautas de interacción, cambio en los valores, procesos de legitimación, entre otros.

En este sentido, es importante señalar que mientras las drogas sean ilegales -creando un potencial enorme de ganancias- y la demanda por estas drogas continúe, la tarea de eliminar la  producción y tráfico de drogas es virtualmente imposible. Esto a su vez supone que cada vez más sectores de las diferentes naciones se verán implicados en las redes internacionales de esta actividad y serán testigos de las transformaciones sociales y culturales que se derivan de su acción. Este escenario plantea un reto impostergable para las ciencias sociales, quien en su tentativa de comprensión del impacto social y cultural del narcotráfico deberá abocarse a las interconexiones globales-locales.

En definitiva, para comprender las prácticas y representaciones que circulan por el “narcomundo” -tanto en contextos locales como en los globales- es fundamental partir de una perspectiva que entienda  “lo local” como un conjunto de relaciones sociales que trascienden sus fronteras; y partir del reconocimiento de que la red trasnacional del narcotráfico se nutre de las especificidades socioculturales de los contextos locales.

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[1] Discursos  ajenos a las coordenadas de significación de los actores que comulgan con el proyecto ilegal del narcotráfico

[2] Salazar (1992), Salazar (1995) , Salazar (2001ª), Salazar (2001b),  Córdoba (2002) Astorga (1995,) (1996) (2003), Krauthausen (1999) entre otros.

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