Discrimina México estudio que señala contaminación con Cobalto 60 en los mantos freáticos que estan contemplados para suministrar de agua a Ciudad Juárez.

Una tarde de verano del 2004, Bernardo Salas Mar confirmó de una manera simple el temor de varios ejidatarios de Samalayuca, un seccional perteneciente al municipio de Juárez, situado 40 kilómetros al sur de la frontera con los Estados Unidos.

Tras varios días de explorar la zona en busca de fuentes radiactivas, el investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México tenía un último elemento para concluir que el manejo negligente de varias toneladas de material contaminado con Cobalto-60, enterradas por el gobierno en esa zona, significaba un riesgo mayor para miles de personas.

El físico matemático fue rudimentario. Tomó una piedra del suelo y la arrojó por un orificio. En menos de tres segundos, dice, obtuvo la respuesta que el gobierno ha negado por años: a 15 metros de profundidad cruzan aguas subterráneas que son parte de un gran manto freático. Eso significa que el material radiactivo ha estado en contacto permanente con el bolsón por más de 20 años.

“Me informan que esta región está contemplada para ser utilizada en el futuro para el suministro de agua potable para Ciudad Juárez”, escribió en un estudio concluyente sobre su trabajo, en octubre de hace un año.

Salas no solamente describió en ese trabajo académico la manera en que al cementerio fue construido en una zona inadecuada, sino también el abandono en que se encuentran las instalaciones.

“Existe una deposición inadecuada de material radiactivo, al estar a flor de tierra, lo cual es violatorio de las disposiciones establecidas en la materia”, dice.

Pero todas sus consideraciones, que le han valido para ser expositor en foros de Estados Unidos y Europa, han sido desestimadas por autoridades mexicanas, e incluso le han convertido en blanco de tácticas discriminatorias dentro del sistema académico nacional, según dice él mismo.

La investigación, primero que nada, fue rechazada para presentarse en los congresos de la Sociedad Mexicana de Seguridad Radiológica y de la Sociedad Nuclear Mexicana, dijo Salas.

El investigador considera que el rechazo a su ponencia obedece a un acto discriminatorio, a partir de un estudio en el que se “ponen al descubierto las condiciones de inseguridad, al tirar a flor de tierra más de 100 toneladas de material radiactivo”.

“Fue violada mi libertad académica y científica y mi libertad de opinión y expresión”, dice Salas en una carta dirigida a distintos medios académicos, organizaciones civiles y periodistas especializados en medio ambiente.

En un contraste irónico, el estudio del físico, titulado “Inspección Radiológica en el Cementerio de Desechos Radiactivos de Samalayuca, Chihuahua, México”, despertó interés en universidades y congresos de Estados Unidos y España.

La Sociedad de Periodistas Ambientales (SEJ, por sus siglas en inglés), ha pedido a Salas dictar una conferencia el 30 de septiembre, a mitad de un congreso anual que realizarán en Austin, Texas.

“Quienes atienden a la Conferencia están esperando ansiosos su exposición”, le dice en la carta de invitación Beth Parke, la directora ejecutiva de la Sociedad de Periodistas Ambientales.

La SEJ es una organización sin fines de lucro, integrada por periodistas ambientales y académicos dedicados a mejorar la calidad, precisión y notoriedad de las noticias ambientales.

Basándose en conferencias anteriores, Parke estima que este año habrá unos 700 asistentes, la mayoría periodistas, científicos, profesores, ejecutivos de empresas, funcionarios de gobierno y estudiantes de diversas universidades.

La investigación efectuada por Salas en Samalayuca, 40 kilómetros al sur de la mancha urbana de Ciudad Juárez, será parte de un apartado especial en Congreso Nacional que organizará este año la Sociedad Española de Protección Radiológica (SEPR), en la ciudad de Huelva.

Si bien las invitaciones cubren traslados y hospedaje, Salas ha solicitado sin éxito ayuda en México para acudir a los congresos.

“He luchado en contra de la Central de Laguna Verde, sonde trabajé por más de 10 años y fui despedido por denunciar corrupción y contaminación del medio ambiente”, dice el físico para señalar el origen de la falta de apoyos y del rechazo a sus ponencias e investigaciones en los congresos realizados en México.

La investigación sobre el cementerio nuclear de Samalayuca concluyó en octubre de 2004. Ahí, Salas demuestra lo que muchos otros ambientalistas dijeron en el pasado: que la fuente de radiactividad es peligrosa para los humanos y el medio ambiente, y que el abandono del tiradero ha hecho de la zona un lugar de riesgo incalculable para la región.

En un extracto de su investigación, expone lo siguiente:

“Utilizando el detector de radiación Geiger- Muller marca Technical Associates, modelo TBM-15, número de serie: 005593, se procedió primeramente a monitorear los 4 montículos de escoria metálica, registrándose inmediatamente niveles de radiación muy por encima del nivel de radiación de fondo ambiental y escuchándose la señal audible del monitor la cual se elevaba notoriamente al acercarse el sensor a los montículos referidos, utilizando la escala mas baja de sensibilidad (X1), el detector se saturaba, cambiando de escala a una sensibilidad intermedia (X10), nuevamente el detector se volvía a saturar, hasta que se cambió a la escala mas alta (X100), se logró poder determinar las lecturas del nivel de radiación, lo cual indica que los niveles de radiación en los 4 montículos no es baja, sino que es considerable y preocupante”.

El físico señala a través del estudio el abandono y descuido del confinamiento, y destaca que el sitio elegido para sepultar la basura contaminada es factible a erosiones. Pero lo más alarmante, dijo, es la presencia de mantos freáticos.

“La existencia del manto freático se determinó al soltar una pequeña piedra por el pequeño orificio, la cual al final de su caída provocó el sonido característico al impactar sobre el agua, el tiempo aproximado que tardó la piedra en caer, fue de menos de 2 segundos, por lo que la profundidad del manto freático tal vez sea de unos 15 metros. Me informan que esta región está contemplada para ser utilizada en el futuro para el suministro de agua potable para Ciudad Juárez”.

Salas termina su estudio con ocho advertencias que hasta hoy ninguna autoridad ha considerado:

1).-Existe una deposición inadecuada de material radiactivo, al estar a flor de tierra, lo cual es violatorio de las disposiciones establecidas en la materia.

2).- El material contaminante es Cobalto-60, que por su poder de ionización, es capaz de producir daños a la salud de la población.

3).- Por la forma inadecuada en que está depositado el material radiactivo, puede incorporarse a la cadena alimentaria del hombre por las siguientes vías:

a).- Vía de ingestión de leche y carne de ganado
b).- Vía de inhalación de partículas que viajan con el viento
c).- Vía de ingestión de agua potable (en el caso de ser usada en el futuro como suministro para Ciudad Juárez)

4).- Por las evidencias que presenta el terreno, es dudoso que el sitio sea de baja precipitación pluvial.

5).- Los mantos freáticos no se encuentran a gran profundidad.

6).- El sitio no está bien comunicado, es decir, no existen medios adecuados de acceso.

7).- El sitio acusa erosión por agentes naturales de agua y viento.

8).- No se aprecia un adecuado control institucional del “cementerio” o depósito final de los desechos por lo que es propicia la exposición inadvertida de intrusos que pudieran verse expuestos a las radiaciones de los desechos, tampoco es notorio que se proporcione un mantenimiento adecuado a las trincheras ni cercas.

La denuncia por discriminación difundida por Salas no ha generado respuestas de ninguna instancia académica o de gobierno. Sin embargo, los argumentos de las autoridades no han variado en dos décadas. Ellos afirman que el cementerio de Samalayuca opera dentro de las normas de seguridad establecidas por la Ley, y por tanto no representan peligro para los habitantes del municipio.

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