Ser mujer y buscar trabajo puede convertirse en una odisea, sobre todo si se tiene hijos que mantener. En la actualidad, el mercado laboral ofrece múltiples opciones para las jóvenes, solteras y, se hace énfasis en este punto, sin hijos, aunque los sueldos ofrecidos oscilen entre dos mil 700 y seis mil pesos mensuales para un sector cuya participación en el mercado laboral va en franco ascenso.

Secretarias, ejecutivas de cuenta, enfermeras, auxiliares administrativos e, incluso, masajistas ven que se les requiere con disponibilidad de tiempo completo y sin familia. Esto es sólo la cereza en el pastel de una historia que ha tenido a la mujer como objetivo de discriminaciones y condiciones desiguales en materia laboral.

Ahora no sólo tienen que enfrentar el requisito de no tener hijos, lo que excluye por completo de muchos trabajos a un gran número de mujeres, sino que continúa en muchas empresas la práctica de pedir exámenes de embarazo o despedir a quienes se encuentren en dicha situación, no obstante que desde la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se pugna por la “participación de la mujer en los diversos aspectos del desarrollo económico”.

MADRES SOLTERAS, SECTOR CASTIGADO
De acuerdo a cifras proporcionadas por el Consejo Nacional de Población (Conapo), en México viven cerca de 880 mil madres solteras. Alrededor de nueve de cada 10 tienen hijos menores de 18 años y seis de cada 10 aún viven en el hogar de sus padres y sin contar con un empleo remunerado. Esto equivale a que tres de cada 10 madres solteras viven en situación de pobreza.

Una de cada cinco mujeres de las generaciones jóvenes, indicó el organismo en su informe, tuvo su primer embarazo siendo soltera y sólo la mitad de ellas se casó. El 16% continuó sin formar pareja antes de que su primogénito cumpliera los cinco años de edad.

En su mayoría, las madres solteras son jóvenes menores de 30 años de edad. Representan en conjunto al 28.2% de las madres mexicanas y uno de los sectores más desprotegidos frente al desempleo y abusos del mercado laboral.

En los dos últimos años, la incorporación de las mujeres al campo de trabajo ha crecido. La Encuesta Nacional de Empleo Urbano del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) señala que en 2002 representaban 36% de la Población Económicamente Activa (PEA), cifra que en el 2004 creció al 40%.

Ejemplo del interés de las mujeres en incorporarse a la vida laboral son las cifras de la Secretaría de Transporte y Vialidad del DF (Setravi): mil 119 mujeres cuentan con licencia-tarjetón para taxis.

Pero frente a estos datos, la realidad que enfrentan día a día es de dificultades y retos.

CASOS Y CONTRASTES
Mireya es madre soltera. Tiene que organizar su tiempo entre un pequeño hijo de tres años y su trabajo. Su condición no contribuye a aliviar sus problemas; por el contrario, es habitual fuente de nuevos contratiempos:
Trabaja en un centro de atención telefónica y cuando su hijo enfermó le fue levantada un acta administrativa acusada de mentir, pues como el niño está registrado con sus mismos apellidos (es decir, los de los padres de ella), su supervisor la acusó por llevar a atender a su hermano y no a su hijo; eso la colocó en la antesala del despido.

En la guardería las cosas no son mejores, pues hasta la ropa de su hijo ha sido robada. Por si fuera poco, la institución no muestra compasión si llega tarde, así sea por un minuto, cuando lleva o recoge a su hijo. Hay que destacar que la casa de los papás de Mireya, donde ella vive, se ubica en el estado de México y su lugar de trabajo se localiza en el primer cuadro del Centro Histórico capitalino.

Un problema de este tipo con la guardería ocasiona que pierda el día en el trabajo, donde de nada valen explicaciones, y tenga que regresar a casa de sus padres. Ahí también enfrenta constantes recriminaciones.
Y es una más del ejército de madres solteras que tiene que salir adelante con poco más de tres mil pesos de salario al mes y muy pocas prestaciones.

En contraste, Beatriz ha encontrado más apoyo en su familia. Ella se embarazó poco después de terminar la Licenciatura en Derecho. Si bien se le ha dificultado encontrar trabajo, el apoyo no le ha faltado. Se trata de dos caras de la misma realidad, en la que ambas coinciden en un punto: no es fácil para ellas incorporarse al mercado laboral.

VISIÓN FEMENINA
Para el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), si bien el trabajo constituye uno de los derechos fundamentales para el desarrollo humano, económico y social de todas las personas, “sin distinción de sexo, clase, etnia, condición física, estado civil o edad”, en el caso de las mujeres “ese derecho se ve vulnerado por una serie de prácticas que limitan sus oportunidades de acceder a él en igualdad de condiciones que los hombres y de ejercerlo a plenitud”.

Estas prácticas son definidas por el organismo como violencia laboral y tienen su origen en lo que denominan construcción social del género, “es decir, en los roles, atributos, estereotipos y valores asignados a los hombres y las mujeres a partir de sus características biológicas, y en la división sexual del trabajo, en la que se le atribuyen habilidades específicas a las mujeres y a los hombres”.

En la pasada reunión que bajo el auspicio de la ONU se realizó en Nueva York durante el 49 periodo de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, bajo el título de “Examen y evaluación decenal”, la presidenta del organismo, Patricia Espinosa Torres, señaló que a México le hace falta actualizar las leyes laborales.

La funcionaria federal habló de la necesidad de unificar los códigos civiles y penales, elevar la participación política de las mujeres en la toma de decisiones, eliminar la discriminación en todas las capas sociales y mejorar las oportunidades de empleo para ellas.

Dos datos resaltan la complejidad laboral que enfrentan: alrededor del 96% de la población femenina del país realiza a la semana 10 horas más de trabajo doméstico que los hombres, actividad que equivale a cerca de un 18% del Producto Interno Bruto (PIB).

Y, de acuerdo con el informe trimestral de Empleo, Ocupación y Salarios en México, del INEGI (abril-junio de 2004), la participación de las mujeres en el ámbito laboral ha crecido de 17.6% en 1970 a 37.5% en 2004.

Sin embargo, como apuntó en un estudio sobre la participación económica de la mujer María Reyes Córdova, de la agrupación ciudadana Yo Influyo, “a pesar de que en el ambiente laboral está comprobado que la mujer es eficiente, puntual, honesta, comprometida y presenta un índice de ausentismo más bajo que el de los hombres, ésta enfrenta diversos obstáculos para mantenerse y ascender en su trabajo”.

La especialista enumeró trabas tales como la falta de reconocimiento a su labor y a su capacidad de liderazgo; discriminación salarial; el tener en muchas de las ocasiones un trabajo informal, lo que la excluye de prestaciones y estabilidad; la condición de presentar un certificado de no gravidez para su contratación o permanencia en el empleo; el hostigamiento sexual, y la doble jornada”.

Para Reyes Córdova, es ne-cesario continuar la promoción de una nueva cultura laboral, difundir la mentalidad de concebir a las personas como centro y destinatarios de toda actividad económica, potenciar su capacidad de gestión y autoempleo a través de la capacitación e impulsar la reforma de la Ley Federal del Trabajo, a fin de garantizar la igualdad de oportunidades y facilitar la posibilidad de compartir responsabilidades familiares.

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