Las partículas de polvo, unidas a las emisiones generadas por automóviles, hogares e industrias, dicen especialistas, tienden una especie de película que impide el paso de los rayos solares, que al exponerse a temperaturas altas sufre un proceso de evaporación que finalmente causa trastornos en la vista, fosas nasales y sistema pulmonar.

Una incidencia promedio de 2 mil 500 casos de asma cada año puede ser un síntoma preocupante. Pero lo es más cuando el futuro plantea estadísticas a la alza, en una ciudad donde la polución parece irreversible.

Bastan algunos datos para medir la fuerza del fenómeno: en la ciudad circulan unos 450 mil automóviles, y más de la mitad de ellos datan de antes de 1986. El 60 por ciento de la ciudad carece de pavimento, y las emisiones de la industria jamás se han regulado por completo.

Lo que se tiene, al final, es una calidad de aire francamente nociva, un efecto que de ninguna manera es nuevo. Hace años algunos especialistas se refirieron al fenómeno en tono de alarma, pero nunca se atendieron sus observaciones.

“La única solución posible para frenar hasta cierto punto este problema es aplicar una medida coercitiva”, dijo en 1997 Francisco Franco, en su calidad de ingeniero químico encargado del Centro de Calidad Ambiental del campus local del Instituto Tecnológico de Monterrey.

Lo que sugería Franco es algo que hasta hoy no se cumple: una ley severa que obligue a las industrias a emplear equipos anticontaminantes y que a la par saque de circulación a vehículos contaminantes.

BOLAS DE HUMO

Una mezcla de bajo poder adquisitivo y ausencia de un servicio de transporte público eficiente, ha hecho de Juárez una ciudad caótica, en términos de tránsito y vialidad.

Las autoridades municipales han estimado que diariamente circulan unos 450 mil vehículos, 60 por ciento de los cuales fueron fabricados antes de 1986. Y el problema no es la antigüedad, sino las condiciones mecánicas en que se trabajan.

Eso impacta directamente la calidad ambiental. Varios estudios emprendidos por autoridades y expertos en contaminación han concluido que los automóviles constituyen el principal emisor de monóxido, con el 50 por ciento del total.

La combinación de unidades en mal estado debe sumarse por fuerza a la mala calidad de las calles de la ciudad. Hasta hace 10 años, según el Plan Director de Desarrollo Urbano, la ciudad de la ciudad era de 185.2 kilómetros lineales, de los cuales sólo el 33 por ciento contaba con pavimento.

Ambos factores sitúan a Juárez como la ciudad de provincia con mayor emisión de tóxicos producidos por vehículos automotores.

De acuerdo al Instituto Nacional de Ecología, los carros circulantes arrojan cada año más de 56 mil toneladas de hidrocarburos y casi 600 mil de monóxido de carbono, índices superiores a los registrados en Guadalajara o Monterrey.

Es veneno puro:

Las partículas de polvo, unidas a las emisiones generadas por automóviles, hogares e industrias, dicen especialistas, tienden una especie de película que impide el paso de los rayos solares, que al exponerse a temperaturas altas sufre un proceso de evaporación que finalmente causa trastornos en la vista, fosas nasales y sistema pulmonar.

SALUD MERMADA

Marzo es tiempo de alergias que se prolongan hasta entrado el verano, y los compuestos nocivos que flotan en el ambiente son la principal fuente del mal.

Desde 1996, el promedio de casos de asma que atiende el sector salud en la ciudad es de cinco por día. Los principales afectados son niños, adolescentes y ancianos. Pero un número cada vez mayor de adultos en edad promedio de 30 años, padecen alergias crónicas.

El asma es una complicación alérgica, estrechamente relacionada a la contaminación del aire. Los síntomas son comunes entre una buena parte de los fronterizos: dificultad para respirar, sensación de opresión en el tórax, tos y fatiga al respirar.

Es un impacto en la salud pública acorde a una ciudad que no solamente mantiene un parque vehicular por encima de la media nacional y a parte en pésimas condiciones mecánicas, sino que además carece de infraestructura vial y no logra controlar las emisiones de su industria, grande o pequeña.

Las violaciones a las normas de calidad del aire son una constante. Al menos es lo que afirmaban hasta hace pocos meses los reportes de la presidencia municipal.

Y de nuevo se trata de reportes que no son nuevos, pero que tampoco pierden vigencia.

En 1996, un organismo llamado “Asociación Internacional de Gerentes Municipales y del Condado” advirtió de esas violaciones a la norma que ocurrían con frecuencia en la frontera Juárez-El Paso.

“El límite que establece la Norma Oficial Mexicana es de once partículas por millón o 150 miligramos por metro cúbico”, dijo el entonces representante del organismo en Ciudad Juárez, Octavio Chávez.

Muy poco ha cambiado en nueve años. La contaminación del aire supera para muchos la degradación de la tierra y los mantos freáticos. El orden como sea importa poco. El caso es que la ciudad difícilmente revertirá el daño provocado.

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