Con 67 años en la clandestinidad, los juegos de azar y las apuestas podrían ver la luz de la ley este mismo año, auguran legisladores, autoridades, empresarios turísticos y conocedores del tema.

Con 67 años en la clandestinidad, los juegos de azar y las apuestas podrían ver la luz de la ley este mismo año, auguran legisladores, autoridades, empresarios turísticos y conocedores del tema.
Todos ellos apuestan dos a uno a que esta vez sí se aprobará en el Congreso de la Unión la más reciente iniciativa para lega-lizar la instalación de casinos en México.

La discusión data de 1938, cuando el entonces presidente de la República, Lázaro Cárdenas del Río, prohibió la incipiente instalación de casinos en el país, luego de que sus antecesores Plutarco Elías Calles y Abelardo L. Rodríguez habían permitido la apertura de algunos.

El gobierno de Miguel Alemán flexibilizó la normatividad de estas actividades mediante la Ley Federal de Juegos y Sorteos (LFJS) promulgada en 1947, y que continúa vigente.

A más de medio siglo de distancia la situación sigue igual o peor, porque el juego de azar y las apuestas en casinos clandestinos e improvisados permiten que los millones de pesos que circulan alrededor de esta actividad no reporten ningún beneficio fiscal al país.

Consultados por La Nación, empresarios afiliados a la Confederación Nacional Turística y directivos del comercio organizado lanzaron sus dados para exponer los millonarios beneficios que traerían los casinos. Aunque reconocen que no son la panacea, serán sólo otro atractivo para los millones de visitantes que recibe México.

La contraparte, articulistas, catedráticos y funcionarios, plantea que los costos sociales son mayores que los beneficios económicos: el incremento de la criminalidad, de hasta un 90%, según informe de Rafael Ruiz Harrell, asesor del Instituto Ciudadano de Estudios Sobre Inseguridad (ICESI), en las localidades donde se instalan los casinos, y el surgimiento de jugadores compulsivos, con evidente consecuencias en el ámbito familiar.

Política, moralidad y juego

Los empresarios entrevistados por La Nación demandaron de las autoridades correspondientes que se regule el juego en México, que no ha dejado de existir y que genera un alto grado de corrupción y evasión fiscal.

Incluso, el senador panista Gustavo Cárdenas Gutiérrez se pronunció por la regulación de los más de mil 500 casinos que operan “en lo oscurito y que no reportan ningún ingreso al municipio ni al estado ni a la federación.

“Los trabajadores de estos establecimientos no tienen derechos laborales y no le dejan a Hacienda absolutamente nada, y esto es lo que no puede seguir”.

Cárdenas consideró que más que estar a favor de la instalación de casinos, está por “que se controlen los juegos clandestinos”.

El empresario hotelero Miguel Torruco calificó a la ley vigente de Juegos y Sorteos como discrecional, porque se permite la apuesta y juegos de casino en ferias como la de Aguascalientes y recientemente en Zacatecas, “pero si en Oaxaca, Acapulco o cualquier otra ciudad se quiere tener la misma oportunidad, 28 días, en temporada baja, una vez al año, con casinos, a ellos les dicen que no.

“La ley que no ha sido modificada desde 1947, para lo único que ha servido es para ser interpretada en forma discrecional… da tratamiento a mexicanos de primera y mexicanos de segunda”, denunció Miguel Torruco.

La discusión sobre la instalación de casinos en México tomó un nuevo giro el pasado 6 de abril, cuando se sometió a votación el dictamen de la Subcomisión de Infraestructura, perteneciente a la Comisión de Turismo de la Cámara de Diputados, que aprobó la iniciativa de Ley Federal de Juegos con Apuestas y Sorteos.

Sin embargo, y hasta el cierre de esta edición, el tema no ha sido abordado por el Pleno de la Cámara.

Legisladores panistas expusieron las bondades de esta Ley, que de aprobarse permitiría la instalación de grandes casinos (tipo Las Vegas) en un lapso de cinco años a la fecha de la publicación del precepto.

Uno de los principales impulsores de la iniciativa, el diputado Francisco López Mena, enfatizó que en materia de seguridad se establecieron los suficientes candados que obligan a los casineros -propietarios- no sólo a tener los equipos de seguridad más sofisticados sino a garantizar la seguridad pública alrededor de estos establecimientos.

Y es que la iniciativa, hasta este momento, continúa en la congeladora porque ningún partido (en la Cámara) quiere absorber el costo político de la aprobación de dicha ley, sostuvo el senador Cárdenas.

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Si en el primer año -luego de la aprobación- se instalaran 10 casinos, estaríamos hablando de una inversión de mil millones de dólares en infraestructura, creándose hasta mil empleos directos por casino, es decir, 10 mil, y 600 mil indirectos, según estimaciones de Enrique Álvarez Prieto, presidente de la Confederación Nacional Turística.

Dicha inversión sería mayoritariamente nacional, pero “no sería conveniente que lo operaran sólo los mexicanos, lo ideal es que se opere en conjunto con los que manejan este tipo de negocios: podemos hacer alianzas con los principales operadores de Estados Unidos”, advirtió el empresario.

Con inversionistas extranjeros se asegurarían reglas más estrictas, porque estarían en juego sus licencias de operación, ya que cualquier irregularidad que se presentara automáticamente cancelaría sus permisos.

Otro argumento a favor es que 139 países no pueden estar equivocados al permitir la instalación de casinos: sólo México y Cuba se resisten, aunque de manera clandestina se registran diversos tipos de juego y apuestas en sus territorios, señaló Miguel Torruco.

“Los casinos no han de ser tan malos, ya que el banco del Vaticano cotiza en la corporación austriaca de casinos, en cruceros que tienen casinos, por lo que no creo que sea tan pecado como muchas veces se ha manejado.

“Fuera máscaras y complejos, fuera atavismos ancestrales y demos entrada a una serie de acciones que van a fortalecer el producto turístico… porque además el turismo de masas propicia el deterioro del ecosistema y provoca la transculturización de la población; entonces, sería más interesante tener menos volumen con más gasto per cápita y duplicaríamos las divisas”, exhortó el empresario hotelero a los legisladores.

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