“No hemos logrado que disminuya drásticamente la cifra en los homicidios de mujeres, pero es más difícil que aparezca ese patrón que se daba, que la doctora Julia Monarrez llama feminicidio sistémico sexual; aparecen más datos vinculados recientemente a violencia intrafamiliar, aunque también tenemos el pendiente de algunos casos del pasado que siguen sin resolverse.
“Enderezar el rumbo donde se rompió el tejido social por corrupción de instituciones, impunidad, de presencia de delincuencia organizada, obviamente requiere de una enorme entereza y energía”.
Hace un par de años Guadalupe Morfín Otero se sorprendía de la multitud de voces que trataba de explicarle lo que ocurría en Ciudad Juárez, a donde llegaba como Comisionada para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres.
“Son tan disímiles”, dijo entonces, “que es inevitable que uno acabe preguntándose dónde está la verdad”.
En muchos sentidos se adentraba en una zona desconocida, algo que no tuvo empacho en expresar en la primera de las oportunidades.
“Esperaba ver puro polvo y desierto, pero ya vi que hay un parque con unos laureles bellísimos. Vi que sí brota el pasto”, dijo a los periodistas que respondieron a la convocatoria de una rueda de prensa, en octubre de 2003, pocos días después de su nombramiento.
Algunas cosas han cambiado desde entonces. A la comisionada ya no la sobresalta la divergencia ni la geografía de la ciudad. Hoy la asombra, por ejemplo, que las voces de algunos ciudadanos notables exijan a la autoridad el desligue absoluto con el narcotráfico.
“Escuchar esto en voz alta, de alguien tan vinculado a sectores empresariales, es muy impresionante en esta ciudad, porque requiere de un gran valor”, dice.
Morfín habla de la intervención que Sergio Armendáriz, el subjefe de Servicios Regionales de Educación en la Zona Norte y líder del grupo Impulsarte, dentro del Plan Estratégico de Ciudad Juárez, tuvo en un encuentro de organizaciones de la sociedad civil, el 10 de noviembre pasado.
Como ombusman de Jalisco, un cargo que desempeñó los años previos, conoció la importancia que tienen reclamos como ése, pues su estado es también un enclave del crimen organizado.
El énfasis, entonces como ahora, lo hace en los cuerpos de seguridad pública.
“Muchas veces los cuadros policiacos seguían siendo los mismos”, dijo de su experiencia como derechohumanista. “No tengo nada en contra de que sean los mismos, pero eso permite que se mantenga la ausencia de controles que dan certidumbre a la población, de que quienes los protegen tienen las manos limpias, desimplicadas del crimen organizado”.
La comisionada ha trabajado bajo presión. Encabeza una cruzada muy poco comprendida y bastante cuestionada. Se perfila a un año que se antoja más difícil por su carácter electoral. Al final, su papel también tiene lecturas más políticas que sociales y, a partir de enero, ni ella misma sabe si comienza su cuenta regresiva.
Es el contexto en el que le ha tocado maniobrar. Y 27 meses después de aceptar la responsabilidad de sentar las bases para la recomposición del tejido social, la ciudad es un caos interminable, en el que se repiten esquemas y circunstancias.
-La percepción de la sociedad sobre las funciones del Estado se ha vuelto más drástica. Hoy pueden verse no sólo a policías ejecutores sino a funcionarios que se aprovechan de la ayuda social. En ese contexto, ¿cómo se siente cuando es también una funcionaria a quien constantemente le exigen resultados inmediatos, cuál es su posición respecto a este tipo de presiones que se realizan en un marco bastante específico?
-Hay unas líneas de un poeta, Antonio Machado: Hay dos formas de conciencia, una es luz y otra paciencia.
“En un contexto nacional o local donde las malas notas parecen prosperar más que las buenas noticias y llamar a la desesperanza, es natural que se tenga que hacer un doble esfuerzo con una atención pública por ganarse la credibilidad ciudadana. Creo que nos ayuda en equipo no caer en la desesperanza, y la dosis de realismo sobre el contexto complejo en el que estamos ubicados.
“Ciertamente la Comisión para Juárez ha logrado constituirse como un espacio de diálogo e interlocución de muchos actores políticos y sociales, pero tampoco hay que negar que ha resultado incómodo para más de alguno, por la misma naturaleza de sus funciones: decir en voz alta problemas desatendidos, hablar por aquellas que no tienen voz, exigir un trabajo impecable, poner el dedo en la llaga en algunos asuntos que permanecen abandonados.
“A pesar de esta incomodidad que es como connatural a nuestra encomienda, creo que a dos años de trabajo podemos considerar como un bien muy preciado el no haber roto el diálogo con ninguna autoridad, con ninguna de las administraciones con las que nos ha tocado trabajar.
“Tampoco le voy a decir que la coordinación federal ha sido todo lo aceitada que hubiéramos deseado, pero es natural en un problema de aristas tan complejas que haya discrepancias, que haya formas diferentes de abordarlo, y sin embargo creo que incluso las personas con las que no he estado de acuerdo en algún momento por algún motivo, son personas con las que me puedo poner de acuerdo sobre muchos temas.
“Hemos trabajado bajo la convicción de que la solución de este tema no puede hacerse únicamente desde la federación ni únicamente desde el estado ni únicamente del municipio ni únicamente desde las autoridades: se requiere de la conjunción bien aceitada en el esfuerzo de todos los ámbitos de gobierno, pero también la decisión de una sociedad que quiere vivir bajo una cultura de legalidad, y esto implica sacrificios en algunos bolsillos.
“Como ombusman de Jalisco me tocó un trabajo de interlocución muy cercano con gremios empresariales que exigían una seguridad pública inmediata sin hacer el recuento de que años atrás algunos actores económicos del estado habían abierto las puertas a la llegada del narco a Jalisco, y habían sido socios en sus negocios. Y esto tiene consecuencias.
“Esto trae bonanza económica, sin duda, pero en términos de seguridad pública tiene consecuencias, son consecuencias que cuestan a las instituciones públicas mucho esfuerzo y decisión revertir”.
-¿Tiene idea del costo que ha implicado este tipo de colusiones en una ciudad como ésta, una ciudad de obreros en dónde es mucho más palpable el juego de estos capitales y estos intereses?
-Fíjese que a mi me impresionó muy gratamente la última presentación que hizo el grupo del Plan Estratégico de Ciudad Juárez. Escuchar en boca de uno de los representantes de estos cuatro enfoques que tiene el plan, exigir con todas sus letras a las autoridades y decir que no quieren vivir con una cultura plegada a los intereses del narco, no a las mafias.
“Escuchar esto en voz alta, de alguien tan vinculado a sectores empresariales es muy impresionante en esta ciudad porque requiere de un gran valor. Era Sergio Armendáriz quien lo dijo.
“Creo que es una voz que habla por muchos, y debe resonar en el ámbito nacional para que la Siedo haga lo que le corresponde, así como el Ejército, y debe resonar en los ámbitos estatales y municipales para que todos estos hagan ese esfuerzo de dignificación del trabajo policial y de establecimiento de sistemas que permitan llegar a la confianza ciudadana de sus instituciones, encargadas de protegerlos”.
-No le parece que son voces a destiempo y por tanto no tan cargadas de un poder capaz de lograr que se le sumen más voces con capacidad de influir en la sociedad. Lo digo porque las autoridades que menciona, como la Siedo, el ejército, las policías locales, las ministeriales, están bastante comprometidas, por lo menos en parte, con acciones criminales.
-No todas y no siempre. Me ha tocado trabajar con honorables funcionarios, servidores públicos y servidoras públicas de todos los ámbitos, ejemplares, que salvan sus instituciones y que merecen que los respalden.
“Enderezar el rumbo donde se rompió el tejido social por corrupción de instituciones, impunidad, de presencia de delincuencia organizada, obviamente requiere de una enorme entereza y energía”.
-Usted qué siente cuando, por ejemplo este año, se da por sentada una recuperación económica, llegan inversiones nuevas, se instalan maquilas y se reactiva el flujo de migración. Qué siente cuando ve que los esquemas del pasado se están aplicando nuevamente y da la impresión de que las cosas no van a cambiar.
-Yo lo que quiero subrayar es lo que sí ha cambiado. Lo que sí ha cambiado es que las investigaciones en los crímenes recientes se investigan de una manera distinta a como ocurría en el pasado. Y que según nos informa la misma Procuraduría General de Justicia del Estado, hay un índice mucho mayor, hablan de un 80 por ciento de personas consignadas con fundamentos periciales objetivos, sin el recurso ilegítimo de la tortura. Esto hay que subrayarlo.
“No hemos logrado que disminuya drásticamente la cifra en los homicidios de mujeres, pero es más difícil que aparezca ese patrón que se daba, que la doctora Julia Monarrez llama feminicidio sistémico sexual; aparecen más datos vinculados recientemente a violencia intrafamiliar, aunque también tenemos el pendiente de algunos casos del pasado que siguen sin resolverse.
“Pero desde mi óptica prefiero subrayar lo andado sin dejar de llamar la atención sobre la necesidad de profundizar en investigaciones que están pendientes”.
-Este año ya terminó. A partir de enero se abre un episodio de campañas exacerbadas. La función de la Comisión siempre ha sido cuestionada también con ánimos políticos. ¿Cómo hará para mantenerse al margen de estos procesos?
-Como le hicimos ya en 2004 con las elecciones locales, que también estuvieron con su propio ambiente de efervescencia y periodo en el cual logramos que los dos candidatos a gobernador (signaran) un pacto de tipo político para que el tema del feminicidio fuese tratado con mucho respeto y seriedad en sus campañas.
-Gane quién gane las elecciones, ¿la Comisión se mantiene?
-Eso no está en mis manos decidir. El decreto de la Comisión para Juárez establece que existirá en cuanto permanezca vivo el problema , pero estoy convencida de que como es una institución temporal extraordinaria no debe perpetuarse, tiene el reto de fortalecer a las instituciones locales y esa es la perspectiva bajo la cual hemos venido trabajando”.
[Guadalupe Morfín ha tenido relaciones difíciles y no tan estrechas con los encargados de la procuración de justicia en Chihuahua. Si bien hoy es menos turbia a como fue con Jesús Solís, se mantienen algunas lejanías. Pero ella prefiere la diplomacia, porque finalmente dice comprender la complejidad del sistema judicial del estado]
“Igualmente reconozco y seguiré reconociendo la valentía de la Procuradora, que recibió el reto de recomponer la raíz de esa institución que recibió en condiciones severamente cuestionadas, y que le requiere enorme valor y capacidad de decisión en dar los pasos para que estén en esa procuraduría quienes deben estar. Y la magnitud del reto que ella heredó nos lo da la historia de la Narcofosa, allá en enero de 2004, en las Acequias. De ese tamaño era la descomposición de la Procuraduría: de que el encargado de cuidar a Ciudad Juárez de noche, es uno de los comandantes hoy en fuga, contra quienes se libró orden de aprehensión por este asunto”.
-¿Qué tan sola se ha sentido, se quedará más sola a partir de enero?
-Me he sentido sola en algunos aspectos y muy acompañada en otros. Tengo un equipo excepcional.
“Creo que es un tipo de trabajo en el que es natural de pronto sentirse sola, frustrada, impotente… Es un tipo de trabajo de dimensiones tan amplias que sería imposible en determinado momento no sentir la impotencia porque hay asuntos que no se han resuelto. Algún núcleo importante de mamás que siguen esperando que la justicia les diga qué fue lo que sucedió y detenga a los asesinos de sus hijas. Pero también es un trabajo colectivo, un trabajo que tiene que hacerse a través de un tejido de filigrana, de puentes, de contactos, de acuerdos, con un sinnúmero de instituciones”.